Proceso de decisión de los Jóvenes Juristas
Tarde o temprano se acerca el momento decisivo, cuando salimos del colegio sabemos que el siguiente paso es el instituto y detrás de este la universidad. Todos tenemos una serie de pautas preestablecidas que parece nos van indicando el camino a seguir.
Todos los juristas tenemos un nexo común, y es que por una o varias razones esas pequeñas decisiones nos llevaron al estudio de, desde mi punto de vista, una de las carreras más interesantes y satisfactorias de todo el abanico de posibilidades: la licenciatura/grado en derecho.
Conforme van pasando los cursos, parece que esa duda existencial vuelve a aparecer en nuestra vida, y es el plantearnos ¿y ahora qué?
Antes todo era blanco o negro, letras o ciencias, continuar estudiando o acceder directamente al mercado laboral, instituto o formación profesional… ahora parece que lo que antes era opción A u opción B, color blanco o color negro, se transforma en todo un arco iris, y que la decisión que vayamos a tomar va a ser la que va a modular todo nuestro futuro profesional.
Sé que no soy la única persona que ha pasado por tal situación, por lo que mi consejo de hoy va orientado a, desde mi humilde y corta experiencia, poder ayudar en ese proceso de cambio que tanta ansiedad y desconcierto genera.
Pues bien, jóvenes juristas, toda decisión marca un camino, eso es cierto, pero no tiene porqué ser el decisivo. Si tienes una mínima intuición o creencia síguela, sin pensarlo en exceso. El hecho de que creamos que esas decisiones van a situarnos en una posición de “no regreso” en realidad no es así.
Todo tiene su valor y el apostar por una vía o por otra, en el caso de que se descubra más tarde que no es lo que queremos, nunca va a suponer una pérdida de tiempo, que es el mayor miedo de todos.
Si bien es verdad que el tiempo es oro, he conocido a pocas personas que de verdad tuviesen claro a que se iban a dedicar una vez finalizados los estudios universitarios, el resto somos la mayoría, y esas pequeñas decisiones (y reitero lo de pequeñas, porque el pensar que la trascendencia va a ser de gran magnitud es lo que nos genera inestabilidad) solamente van a ir perfilándonos, y formándonos. Eso es, y si bien partimos de ese nexo común, esos detalles nos harán únicos y diferentes.
Si tienes interés por probar con una oposición, adelante, en caso de que esta idea no salga, siempre vas a tener un valor añadido con respecto a los demás, igual si quieres estudiar un máster de alguna especialidad, al contrario de cerrarte puertas, en el caso de que luego quieras dedicarte a otras ramas, sorprendentemente todo lo que hayas visto en esos estudios superiores van a tener relación, y tendrás unos conocimientos que el resto de compañeros probablemente no tengan.
Ocurre lo mismo con aquellos que deciden probar directamente en algún despacho para saber como es el ejercicio, ese tiempo va a suponer experiencia adquirida, que aquellos que continúen con sus estudios no van a tener y el adoptar ya una postura de análisis y planteamiento de distintas soluciones, que con una carrera tan teórica es un hábito muy importante, y que cuesta su tiempo adquirir.
La moraleja es, que nunca una decisión es equivocada, podemos tener unas ideas a priori y que posteriormente esas preferencias desemboquen en otras totalmente diferentes, pero nunca hay que soportar la presión de que lo que se vaya a hacer en estos momentos va a ser definitivo, pues la vida da muchas vueltas y todo lo que hayamos escogido, absolutamente todo, tiene su importancia y nos llevará a lo que realmente queramos ser.